16 mayo 2007

OTRA LAGRIMA POR NEIL PERRY



El otro día volví a ver la única película que me ha hecho llorar, ( bueno, otras lo han conseguido, pero de risa, no de tristeza ) y no, no es ni La fuerza del cariño, ni Mi vida, ni La lista de Schindler ( esta casi lo logra), ni ninguna del estilo.
Quizás sea menos conocida, pero es sin duda una de las mejores películas que jamás he visto. Me refiero a El club de los poetas muertos (1989)
En la película podemos ver a Robin Williams ejercer de profesor de literatura en un estricto colegio norteamericano, emplear métodos poco ortodoxos para educar a sus jóvenes e impresionables alumnos.
Película para ver una y otra vez, aprendiendo de ella, “carpe diem, oh capitán mi capitán” querer estar en las manos de John Keating, al igual que lo esta en la película Ethan Hawke, con los ojos cerrados mientras todos tus compañeros te miran, ( sin duda una de las mejores escenas de la película ) deseando reírse de ti, pero provocando una oleada de emociones que te erizan la piel. O incluso divirtiéndose encontrando los dos “fallos” que tiene la película, ( yo solo he visto dos ) al referenciar películas aun, no solo estrenadas, sino ni siquiera escritas.


Pese a todo, una fantástica película, de la que salieron al menos dos grandes actores, Williams ya lo era, como Ethan Hawke, o Robert Sean Leonard, el doctor James Wilson de House.
Por cierto, como notas curiosas, el actor que hace de padre de Robert Sean Leonard en la película, Kurtwood Smith, un recurrente actor secundario en películas y series, saldría años más tarde, se le pudo ver en el episodio de hace unas tres semanas más o menos, en House como padre de un paciente. Además, en la película, dicho personaje obliga a su hijo, Leonard, a estudiar medicina, justo lo que acaba siendo en House.
Vaya ironía.
En fin, que si quieren pasar un buen rato, reírse, emocionarse, sentirse bien, disfrutar de una buena película, y descubrir que lo primordial de esta vida es aprovechar el momento “carpe diem”, no dejen de verla. En serio, merece la pena.

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