Vuelvo a esta mi ventana, cerrada desde hace ya tanto tiempo que me ha costado abrirla, para respirar aire del exterior. Conste que no la abierto antes por culpa de que estuviera oxidada, ni porque hubiera olvidado su ubicación, sino más bien por falta de ganas, por comodidad, por vagancia pura y dura de que el calor no es escapase dejando entrar al frío. Pero creo que la decisión tomada hoy por el TRIBUNAL SUPREMO merece la pena que abra la ventana. No prometo que la vuelva a abrir pronto. Tal vez mañana vuelva a estar tan vago, tan como de todo, que la deje de nuevo cerrada una temporada, pero hoy, la abro.
Como dice el lector en el foro del diario de Pedro J., “La asignatura ya estaba salvada, era legal, lo que no se ha salvado es la objeción de conciencia a la misma. Es exactamente al revés”
También es cierto, que no sin razón, otro comenta lo siguiente: “Cuando los pioneros en la objeción de conciencia en la asignatura de religión decidieron que sus hijos no acudieran a las clases, fueron reconocidos casi como héroes de la libertad por una actitud coherente con sus principios y encomiable desde todo punto y hora. En cambio, ahora que se objeta ante la educación moral de otra institución, se criminaliza a los objetores, acusándolos de reaccionarios.”