17 diciembre 2014

SABINA (II)

Seré breve, o por lo menos lo intentaré, cuando empiezo a escribir, a veces no se ni como ni cuando acabaré, pero procuraré serlo, ya que no quiero aburrirles con dos entradas seguidas dedicadas al más grande, en mi humilde opinión, pero la ocasión lo merece, sobretodo porque esta nueva entrada es para dar al traste con la anterior, claramente pesimista, 

Sabina repitió ayer escenario tras el precipitado apagón de luces del sábado debido a un ataque de pánico (un "Pastora Soler" como el dijo, y por el que muchos criticaron, a pesar de que lo dijo con todo el respeto del mundo a la cantante) ante un nuevamente abarrotado Palacio de los deportes.
Se que muchos se temían una nueva espantada, yo incluso llegue a pensar que suspendería el concierto, mis disculpas al gran Sabina por fallarle,  Me tenia que no volvería a ser el mismo que otras tantas veces me llenó y cautivo en cada concierto, ye so me entristecía, por eso mi pesimista entrada del domingo, escrita pocas horas después de haber abandonado el escenario en donde vi al peor Sabina, pero también al más humano.... Por suerte, y creo que pocas veces estaré tan contento por ello, me equivoqué, y el concierto de ayer fue por lo que leído grandioso, fue Sabina en estado puro.

Me corroe la envidia, pues me hubiera encantado tener la oportunidad de volver a verle ayer, pero no pudo ser, y me alegro enormemente por Sabina, por saber que estuvo de nuevo como es él, grande, pletórico, en forma, porque parece que esa nueva nube negra que se cernía sobre él se esfumó tan rápido como vino.

Como hablaba ayer antes del concierto con un amigo, si Sabina salia triunfante del concierto, significaría que saldría reforzado por muchos años más,, significaría que tenemos Sabina para rato, en cambio, si volvía a pasarle lo del Sábado, podríamos estar ante el declive del, de nuevo mi opinión, más grande. Afortunadamente, fue lo primero, y ya estoy deseando volver a tener en mis manos una entrada con su nombre en ella para volver a rendirme a sus pies, maestro.

Grande Sabina, siempre, y, como el canta, quiero pedirle perdón por la tristeza... de mi anterior entrada.

14 diciembre 2014

SABINA

No ha sido su mejor actuación, sin duda, es más, de las seis o siete veces que le he visto se puede decir que ha sido la peor, y aún así, ha estado bien, pero... Pero me deja un ligero sabor amargo, una especie de miedo, un nosequequequeseyo que me hace pensar, OJALÁ me equivoque, que no tendré muchas ocasiones es más de ver "al flaco" en concierto el solo.

Sabina, que empezó con su habitual fuerza y sentido del humor, e incluso nos regaló algo nuevo, una versión magnífica del "it ain't me babe"   de Bob Dylan, dejó  ayer el escenario tras más de hora y media y sin entonar los bises de casi una hora a los que nos tiene acostumbrados a sus incondicionales. El motivo, un ataque de pánico tras su habitual salida del escenario para el habitual lucimiento de Alsua y Varona, dos de sus músicos habituales (dos de los grandes, aunque el mejor para mi sea De Diego y eso merecerá otro post) y según parece haber sufrido un leve vahído entre bambalinas.

Al volver al escenario tras "Los conductores suicidas" (¿escalofriante metáfora?) entonada por Pancho Varona, lo comentó a los que llenabamos el palacio de los deportes; el público reaccionó con una sonora ovación y puesto en pie. Tras eso, se vio otro Sabina distinto al que empezó. Más triste, con la mirada perdida, el genio de Ubeda terminó de desgranar las canciones de su disco 19 días y 500 noches, cuyo 15 aniversario era el motivo del concierto, y se despidió con la consabida Y nos dieron las diez, disculpándose de su público con un "lo siento, no habrá los bises que teníamos preparados" con la voz rota por la emoción.

El público, rendido en su mayoría al genio, le ovacionó mientras le gritaba NOOOOO, pero el flaco abandono, según parece, el escenario entre lágrimas y temblando.

Soy de ese nutrido grupo de fieles incondicionales que le pueden perdonar todo a Sabina, porque su grandeza va más allá que sus miserias, y no le criticaré por  lo de ayer, ya que nos dejó más de 90 minutos de su música y su humor, pero espero volver a verle encima de un escenario, aunque no esté yo entre los afortunados, porque eso, que esta haya sido la última, si me dejaría un mal sabor de boca, sobretodo porque se merece que su público, le despida como se merece.
Sabina, ánimo, eres el más grande.

09 diciembre 2014

ESTÚPIDA HOMOFOBIA

Ojito a la deleznable frase:

“Nos dijo que esas cosas no se podían hacer así. Que había niños delante”.

Bien, entonces, ¿cómo se hace? ¿Cómo hace uno una muestra pública del amor a su pareja? O quizás… ¿quizás no se pueda?

Según leo en EL PAÍS, eso fue lo que le dijo un vigilante de seguridad, a instancias de dos familias ofendidas por el acto en sí, a una joven pareja gay en un restaurante de comida rápida de Madrid, que decidió dar muestra de su cariño, de su amor, con un beso (me da igual si con lengua o solamente un pico, un beso. Punto, como el que yo mismo le pueda dar a mi mujer)

Quizás, si hubiera sido una pareja heterosexual no hubiera pasado nada malo, o quizás sí, puede ser, ya que sigue existiendo gente de pensamientos rancios y anacrónicos que creen que mostrar cariño en público es impúdico y ofensivo, gente que seguro que no lo vería bien ni estando en casa delante de otra gente. En ese caso no solo estamos hablando de homofobia, sino también de estupidez, aunque la homofobia ya sea una muestra de estupidez máxima.

Recuerdo que hace años, (no tantos, no se crean, no hará más de siete u ocho) incluso a mí y mi mujer, por entonces aun novios, al darnos un beso a las puertas de la boca del metro para despedirnos, un hombre, al pasar a nuestro lado nos espetó la manida y ti(ó)pica frase “idos a un hotel”. Nos reímos, claro, pero el problema es que esa gente existe, y es gente que vive en un pasado lleno de prejuicios y conservadurismo más ofensivo que un simple beso, muestra de amor, de cariño.

Me pregunto cómo mostraran esas familias a sus hijos el amor que se profesan sus progenitores, si serán capaz de besarse delante de ellos o delante de más gente, o son de esos que no pueden soportar que otras personas tengan su propia libertad (el consabido libre albedrio) para poder expresar sus sentimientos.

Seguro que estos son los mismos que, como ha pasado recientemente en el reino unido, se escandalizan por ver a una madre dar de amamantar a su hijo en público, otra muestra de cariño, de amor tan grande, o más, como la de un simple beso.


El problema es que esto es solo la punta del iceberg, esta muestra de homofobia es la que en un futuro lleve, quizás, a esos hijos, a agredir a una pareja que vea haciendo lo mismo a las puertas de la disco a la que vayan al grito de “fuera de aquí maricones” como ya ha ocurrido.

Claro, que teniendo en cuenta que sigue habiendo gente que siga catalogándolos como peras y manzanas, o que piense que no tienen los mismos derechos que cualquier otra persona de este país, mal nos irá.

Volviendo al artículo, entiendo la reacción de la joven pareja. Quizás, si hubieran tenido más años, les hubieran ignorado, o incluso vuelto a besar delante de ellos.

También me parece perfecta la defensa que hicieron de ellos la gente que había en el local, y me parece de cine la respuesta de la masa social, y de los trabajadores del local en la concentración (aunque solo fuera por aparentar) de la semana siguiente (el pasado sábado)

“Nos dijo que esas cosas no se podían hacer así. Que había niños delante”.

Señores míos, lo que no se puede hacer así, porque hay niños delante, es ser un discriminador de tal calibre, porque se empieza así, y se acaba dando palizas a los que ves hacer esas cosas que a tu nublado juicio, no están bien

03 diciembre 2014

25 AÑOS

Hoy hace veinticinco años que nos dejó el gran Fernando Martín.
Recuerdo bien ese domingo, a pesar de contar entonces con solo diez años.

Mi hermana mayor estaba trabajando entonces en la cadena SER, y tuvo que ir al estudio en Gran Vía a recoger unos papeles, así que decidí acompañarla. Era ya por la tarde, las seis o así, aun  no se sabía nada, y cuando llegamos mi hermana me enseñó los estudios de grabación. En ellos, estaba en ese momento el carrusel deportivo, y recuerdo que ella comentó que tenían mala cara los presentadores del programa. Seguimos viendo el resto de los estudios y al volver a casa poco después nos dieron la noticia. Fernando Martín había fallecido en un accidente de tráfico. Mi hermana supo entonces porque tenían esa cara los de deportes.




Nunca he sido un gran fan del baloncesto, aunque si me ha gustado siempre ver al Real Madrid o la selección, pero ese Madrid, esa época, con Fernando, Corbalan, Romay, Iturriaga, Biriukov… Sin duda fue maravillosa.

Ese día se perdió a un buque insignia, a un mito, al primer español que cruzó el charco para jugar en la NBA, pero al que siempre le tiró más sus colores, su Madrid.
 El fue el primero de una lista negra de perdidas trágicas para el deporte en la carretera. Le siguió, tres años después, el futbolista Juanito, y posteriormente, otro gran mito del baloncesto, otro genio, uno de los mejores jugadores que han pisado una cancha. Drazen Petrovic.

Hoy toca rendir homenaje a Fernando, pero también tendremos en nuestro recuerdo a los demás.

02 diciembre 2014

LOS MEJORES DIAS DE NUESTRAS VIDAS

Por fin he cumplido un sueño.
El pasado día 17 de noviembre fue la presentación de mi primera novela, “Los mejores días de nuestras vidas” de Ediciones Seimas
Eternos agradecimientos sobretodo, y ante todo, a todo aquel que creyó en mí, que se leyó el manuscrito original y me dio sus opiniones para mejorarlo.

La historia la escribí hace muchos años, y la he retocado y ampliado para que quede como está ahora. Para ello me inspiré en parte en una canción del grupo Queen, These are the days of our lives.
Si alguno queréis leerla la tenéis en formato papel en amazon así como en la Librería Muga de Madrid.o en digital en la GoogleStore,
Si estáis interesados también podéis pedirla en cualquier librería dando título, autor y editorial.



SINOPSIS: “Tras enviudar, Steve Rogers, un escritor de éxito que pasa por un bache creativo, regresa a su pueblo natal tras más de veinte años alejado del mismo. Allí se reencontrará con su pasado, en especial con su primer amor, Jane, la cual oculta un secreto.”